Profesores que no enseñan.



Hay siempre maestros en el camino de la vida, ellos están presentes sin saber que están enseñando y es por eso que son asombrosos para los aprendizajes, porque les gusta compartir y así naturalmente uno aprende desde otro ser humano.

La música para mi siempre ha sido un misterio, conozco lo básico: DO RE MI FA SOL LA SI DO y lo puedo hacer con mi voz y en su nota pero nada más. La escencial de la música erradica en el sonido y las mezclas que se pueden hacer con centenar de instrumentos. Respero mucho a los músicos de mucha trayectoria que respetan su técnica y les ha llevado a sentirse exitosos ¡qué alegría! gracias a ellos se sigue desarrollando producciones musicales y transmiten su conocimiento.
Sin embargo he aprendo sobre el juego lúdico que puede la música desarrollarse en un cuarto cualquiera donde hay "algo que suene" y jugar sin necesidad de saber como se toca ese instrumento.

En muchas ocaciones el teatro me ha llevado a creer en el juego como un reconocimiento con el "yo" interior porque conecta con eso que no sabemos con la cabeza pero que sentimos con el corazón, eso que se conecta con el instinto y fluye. Para llegar a este juego libre parece ser necesario algún tipo de "proceso" pero las etiquetas no responden a este proceso real, natural y mágico.

Los verdaderos maestros del camino aprecian este acontecer, este espacio que se aprovecha y se disfruta con los sentidos de compartir en el grupo que se encuentren, es enternecedor poder develar cada sentir de los músicos que forman parte de un proceso creativo sin escuela, sin pentagramas, sin técnicas... y esto lo más importante. Las técnicas son grandiosas en un proceso de aprendizaje, y creo que enriquecen aún más cuando ya no se las usa, sino que se transforman y dejan de ser el límite que en un inicio era el objetivo, ahora pueden tomar formas diversas, cosas que uno no sabe que pueden ser posibles, incluso sin haber practicado este proceso puede que la música fluya por puro instinto y pasión, pero, si al llegar a oídos del profesor que mantiene a la técnica como su límite. primero te hará callár y te indicará cómo hacerlo o simplemente te apartará del grupo.

Es gracioso como suena a historia de escuela, pero cuando uno crece puede dejar de creer en la magia que cuando éramos niños estaba todos los días presentes y que luego solo la vemos (no todos) cuando dormimos y así las luces se pueden apagar, desaparecer, sin haber llegado a su brillo máximo. Los verdaderos maestros son personas como tu que comparte lo que sabe y aprende de lo que el otro comparte sin ninguna verdad, como el viento que se alimenta de la primera oleada y luego, arman una juntos, y luego es un viento diferente que hacen una nueva brisa o un nuevo profesor que no quiere enseñar sino que te sopla con su viento.

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